El Último Clásico y la botella de champagne

Si en estos días preguntaste las razones de tantos festejos, felicidad, fotos, champagne, etc., te invito a leer un par de líneas. La historia es larga, pero voy a tratar de resumirla. Decir que es el “clásico” o el “eterno rival”, no se acerca en nada a las razones. Porque esto va mucho más allá, esto es tener que aguantarte que su Presidente reconozca que hayan comprado un campeonato y nadie diga nada, es ver cómo le tiraron una bengala a un arquero rival e igual salieron campeones reconociendo que fue gracias a Papi Grondona. Es bancarse que el mismo dueño del fútbol haya dicho que mientras él viva, nunca iban a quebrar. Y como frutilla del postre, Marconi, a viva voz, ese que elige los árbitros, reconoció ante todos su amor por tu club.

O, simplemente, relatar un par de cosas que pasaron una tarde de febrero, cuando fuimos a esa cancha que es imposible que esté habilitada, pero lo está. Esa cancha donde en ese clásico colgaste una bandera que decía “Los grandes nunca descienden” y cantabas “"La Academia, La Academia, que amargada se te ve, somos demasiados grandes, para irnos a la B", y encima perdimos, te regalamos la única bocanada de aire en toda la temporada, te regalamos la única fecha en la que saliste del descenso.

Y me fui de la cancha puteando y masticando bronca, pensando que la historia estaba juzgada, pero no, había revancha, tenía que haberla. Y volviste, volviste porque ese que te dijo con toda la soberbia del mundo que te iba a sacar campeón y salvarte, te abandonó cuando más lo necesitabas y te hundió. Volviste porque adentro de la cancha (porque ahí es donde se gana de verdad, no en los escritorios como toda tu vida hiciste), Argentinos y Caruso pusieron los huevos que vos nunca tuviste y nos dieron a todos el gol de Barraza (el más gritado desde el 2001).

La larga agonía te hizo llorar por Racing-Quilmes, te hizo pedirle por favor a Grondona que te salve, pero Papi esta vez se cansó, ¡si hasta pediste que anulen los descensos! La agonía te hizo romper el Monumental, hasta que la dulce espera terminó. Y terminó perdiendo de local y en una cancha semi vacía, porque le diste la espalda a tu club, porque las copas en las vitrinas no entraron a jugar nunca un partido, porque Bochini ya no se puede poner los cortos.

Y yo, meses después, descorché un champagne, abrí una botella de fernet y brindé, brindé porque se acabó tu mentira, porque te esperan Crucero del Norte y Douglas Haig. Brindé porque valió la pena hacer todo por ver tus últimos dos clásicos en Primera, porque el Pepe Sand lo único que hizo en Racing fue meterte dos puñaladas.
Y me emborraché bien borracho como dice la canción, porque el fútbol puso las cosas en su lugar, nadie te salvó, nadie te ayudó, ni siquiera tu gente.

Y ahora me queda disfrutar, disfrutar de la vida, de que esta vez, le ganamos al sistema, y yo, hoy, me cago de risa de ustedes. Un a”B”razo fuerte, nos veremos en la cancha de Almirante Brown, en la de Aldosivi, o quizás, en la de Maipú de Mendoza.

Gabriel Arias, socio 39.823 de Racing Club de “A”vellaneda. 25 años amando estos colores, TODOS, en Primera.

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