El día que cumplí mi sueño

Pasó casi una semana del Sueño del Pibe y cada vez que cierro los ojos escucho el ruido de los tapones subiendo las escaleras después del túnel del vestuario que te llevan a la cancha, fue el día en el que cumplí mi sueño.


La mañana comenzó desde muy temprano, arriba a las 6 am porque a las 7:30 había que estar en el Savoy para juntarse con los compañeros, desayunar y empezar con la experiencia única que significa el Sueño del Pibe.

Post presentación de los equipos, intercambiar un par de palabras con la gente del Departamento del Hincha y alguna que otra conversación con amigos, había que subirse al micro. Foto de rigor y saludos, todos muy nerviosos, como esas veces que no se logra procesar a cabalidad todo lo que te está pasando.

Arriba del Plusmar nos sentíamos todos jugadores, pero no hubo música ni auriculares que te aíslen, fueron todos cantos de cancha y canciones dedicadas a lo que nos unía esa mañana: Racing.

Ya ver el Cilindro desde lejos te pone la piel de gallina, o por lo menos eso me pasa a mí desde siempre. La mañana era una imagen tras otra, que intentabas retener pero cuando te acordabas ya estabas viviendo algo nuevo, como entrar al vestuario, y no alcanzabas a darte cuenta de todo lo que te estaba pasando.

A nuestro equipo le tocó el vestuario de Reserva ya que el de Primera estaba ocupado precisamente por el Plantel Profesional. La “mala noticia” no alcanzó a ser tal. Con el sólo hecho de ver las camisetas ordenadas para que las usemos abrimos todos los ojos como los nenes en Navidad al ver el arbolito lleno de regalos.

Quizás la palabra “sueño” es la que más le calza a todo lo que estábamos viviendo, era realmente un sueño, como esos que te pasan por la mente de noche, cuando estás solo con la almohada y mirando el techo de la pieza, pero con una salvedad: lo estábamos cumpliendo.


Cada situación superaba a la anterior, no terminamos de cambiarnos que nos dimos cuenta de que había una camiseta sospechosa, nadie la agarró, era la “18”. Nadie se percató hasta que apareció Martín Vitali en el vestuario. Fiesta, canciones, locura.

El sólo hecho de compartir vestuario con un ídolo de Racing era otro sueño, y no solamente alguien que salió campeón, sino alguien que se nota que quiere mucho al club, que no le da lo mismo volver a ponerse la 18 que quedarse en su casa en esa fría mañana de julio.

Foto, un mensaje, risas, más fotos y a hacer la entrada en calor. Ya ahí la mente estaba en otra, quizás por el hecho de que te estabas moviendo, de a poco ibas pensando en prepararte bien, hacía mucho frío y no sea cosa de que te lesiones en el mejor día de tu vida.

Se acercaba el momento de salir a la cancha, palabras de Vitali y de Martín, nuestro DT. Foto de equipo en el vestuario y a empezar a caminar uno de los tantos túneles del Cilindro. Esos pasos que estabas dando capaz en su momento los dieron Rubén Paz, el Turco García, el Piojo, Diego Milito, el Mago Capria, pero claro, de eso te das cuenta después, en el momento, la mente está en blanco, con tanta información e imágenes que es imposible procesar todo junto.

Y ya estabas en la cancha, saliste de ese túnel desde donde salen los jugadores el domingo y explota la gente de algarabía. Esta vez el “esta campaña volveremos a estar contigo” lo veías desde otro lado.

No me acuerdo si corrí, salté, caminé o qué hice. Sí me acuerdo de haber tocado el pasto, como haciéndole una caricia y después ya estaba en la mitad de la cancha con una pelota en los pies, tratando de que los nervios se vayan mirando a la redonda y dándole un pase a uno de los nuestros.

Saludo protocolar, última charla reunidos en un círculo y a rodar la pelota. Siempre mirando a alguien cerca, al del pase corto, porque si mirabas todo con un foco más amplio, veías la inmensidad del Cilindro, pintado con los colores que amamos, y ahí te temblaba todo y con suerte podías caminar.

Los 90 minutos pasaron demasiado rápido, queríamos jugar toda la vida ahí, como ese momento en el que se piensa que es feliz y no quiere que termine nunca. Cuando me di cuenta, ya estaban entrando los familiares y amigos al campo de juego para las fotos post partido.

Después ya fue la ducha y cruzar algún comentario del partido. Pasaron por el vestuario Luciano Vietto y Gastón Campi. Fotos y saludos, mientras nos cambiábamos y nos preparábamos para el último momento, compartir en el Salón de Honor, la conclusión del Sueño del Pibe.


Habrá mil detalles que dejé afuera, algunos que no me acuerdo, algunos que recordaré cuando a lo mejor vea una foto o un video. La mente es selectiva y retiene lo que quiere, muchas veces no se puede manejar, menos en estos casos.

Hoy, a una semana del Sueño del Pibe, puedo decir que fue uno de los días más felices de mi vida. Y fue un honor compartirlo con mi familia, mis compañeros de equipo y gente que se nota que quiere muchísimo a Racing, como los chicos del Departamento del Hincha.

Nos veremos en diciembre, capaz al ser la segunda vez pueda recordar más detalles. Por ahora, voy a cerrar los ojos y escuchar el sonido de los tapones subiendo esas escaleras, esas que subí el día que cumplí mi sueño.

Gabriel Arias Massa.

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