El pibe y el viejo

El viejo volvía como todos los días del laburo. Cansado después de un día más de rutina, se puso la pava para el mate y se tiró en el sillón para descansar un rato. Casi por inercia agarró el control de la tele y la prendió para vagar por los canales sin rumbo, buscando encontrar algo que le llame la atención, aunque ya sabía que iba a terminar viendo algún partido.

En la pieza de arriba, el pibe escuchó el portazo y el ruido de llaves acompañado por los pasos del viejo. Con la rapidez de un wing izquierdo agarró el álbum de figuritas y unos lápices, bajó corriendo las escaleras y fundió en un abrazo al padre. Ya sin preguntar, se tiró en el piso a dibujar.

Pasaron los mates, pasaron las hojas pintadas y una pregunta rompió el silencio:

- Papi, ¿Qué es el amor?

El viejo, sorprendido, bajó el volumen de la tele, le dio un sorbo al mate y se acomodó en el sillón para intentar explicar, acaso, la pregunta más difícil del mundo. El pibe, con toda naturalidad, se sentó al lado suyo y puso el álbum en sus piernas.

- Hijo, el amor es muy difícil de explicar, pero voy a hacer el intento. Existen muchos tipos de amor, el que siempre vemos es el amor de pareja, el de tu mamá y yo, el que te trajo a vos al mundo.

Se sirvió otro mate y siguió con su relato.

- Después hay otro tipo de amor, el amor de padre e hijo, como vos y yo, y es algo que nunca te va a faltar y eso es imposible que alguien te lo saque. Otro tipo de amor es el rápido, el de una noche, pero ese lo vas a entender cuando seas más grande.

Sorbió el mate, abrió los ojos, se aclaró la garganta y siguió con su clase sobre el amor.

- Sin embargo, hijo, hay uno que es más fuerte que todos, es ese que te hace reír, llorar, gritar y cantar como un loco y sin razón alguna. Es ese que te hace abrazar a un desconocido y que te hace pensar que todo es posible, incluso lo que todos te dicen que nunca vas a lograr.

El viejo agarró el álbum y fue a una página específica, donde habían figuritas mal pegadas y algo chuecas, pero donde estaba lo que él fue a buscar, el escudo. Señalándolo, le dijo al nene:

-Ese amor, hijo, es más fuerte que todos, cuidalo, regalo, respetalo y por sobre todas las cosas, disfrutalo, porque es para toda la vida.

El pibe, asombrado por una nueva clase magistral de su ídolo, le dio un abrazo fuerte y le dijo:

-Pá, ¿Cuándo jugamos de nuevo?

Texto: Gaby Arias
Foto: Mario Martínez 


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